La buena
Gestión de la atención al cliente puede proporcionar a una empresa enferma un
éxito sin precedentes. Uno de los ejemplos más notables es el de SAS,
Scandinavian Airline System.
En 1981, SAS sufrió una
pérdida de 8 millones de dólares y, en respuesta a la crisis, el consejo de
administración, dando muestras de gran valor, ascendió a uno de sus Directores
más jóvenes, procedente de una Empresa filial, al cargo del presidente. Se
trataba de Jan Carlzon, quien por entonces tenía 39 años y era especialista en
Marketing.
Las
medidas de Carlzon iban a transformar una política defensiva de reducción de
costes a un enfoque agresivo para luchar para obtener más ingresos aumentando
la satisfacción del cliente. Carlzon
comprendió que nunca se pueden lograr ingresos reduciendo los costes; lo único que
se consigue es que el balance presente un saldo aparentemente más saludable. El
aumento de los ingresos y la cuota de mercado sólo se puede lograr con el
crecimiento y ése es el único camino de éxito a largo plazo.
En el
plazo de 18 meses este nuevo método había convertido los ocho millones de dólares
de pérdidas en un beneficio bruto de 71 millones de dólares con ventas por
valor de 2.000 millones. Esto iba en contra de los antecedentes del sector, en
el que la media de pérdidas por línea aérea era de 1.700 millones de dólares
anuales.
En 1983 los clientes eligiron a SAS como
la “línea aérea comercial del año”.
La Filosofía
La nueva filosofía
de SAS consistía en asegurarse de vender
lo que el cliente quiera comprar. Con este sencillo lema Carlzon transformó
la empresa, que dejó de orientarse a la producción para orientarse al cliente. Anteriormente
la empresa había creído que su negocio eran los aviones, pero Carlzon entendió
que si actividad consistía más bien en llevar a sus clientes a los destinos que
había elegido. La línea aérea había considerado que su activo eran los aviones,
pero Carlzon señalo que si verdadero activo eran sus clientes satisfechos, mientras
que los aviones propiamente dichos constituían realmente el pasivo y los gastos
generales si sus asientos iban vacíos.
Como Director
de SAS Carlzon se convirtió en el campeón de esta nueva filosofía. Estaba fervientemente
convencido de que la Empresa se miraba demasiado el ombligo. Comprobó que el
personal de primera línea estaba obsesionado por ciertos trabajos olvidándose
de tratar a los clientes como personas.
Todos los
Directores estaban preocupados por sus metas de coste y sus problemas
administrativos y no prestaban ninguna atención a los clientes. Desde los
maleteros hasta los pilotos, la principal preocupación parecía ser la de
cumplimentar correctamente los formularios e informes; el cliente no se incluia
en la forma en que cada cual percibía su puesto de trabajo.
Carlzon
decidió que estaba ignorando el mercado, es decir, “el cliente” y trabajó en el
problema hasta reducirlo a una fórmula muy simple: “La única forma de hacer crecer el negocio, de volver a obtener
beneficios, es transportar más clientes más clientes y hacer lo necesario para
orientarlos más a la clientela”.
Fuente: Gestión de la Atención al Cliente,
Andrew Brown.
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